Sunday, October 01, 2006

Epistolario de Telenuro R.



CORRESPONDENCIA SECRETA

DE

TELENURO RISING

[Fragmento - adelanto del próximo Codex Molecular]

. . . . .




CARTA A ROGELIO SAUNDERS

Rogelio: "Hay una piedra, diminutivo de un zigurat. Pero ¿de qué se trata?, ¿qué se quiere con esto? ¿Una piedra, diminutivo de un zigurat?"
Al despertarme por la mañana, no sólo vi esa estatua de los aviadores Barberán y Collar que había acabado de soñar, sino que en la acera de enfrente -como otras veces me ha sucedido-, estaba KH, esa antigua encarnación de Pitágoras, quien tiene los ojos azules.
"Rogelio -sigo diciendo en mi carta a Saunders-, hay que contribuir a que las estructuras correspondan. En este valle de lágrimas, no cabe duda de que las estructuras deben integrarse. Aunque esto, sin duda, pueda llegar a fatigarnos".
Pues tengo dos vecinos que también se llaman Lorenzo. Uno de ellos, uno de los Lorenzos, canta una fea canción que al final se convierte en un camión de reparaciones, de color carmelita. Así como, en esta Playa Albina donde vivo, se repiten los canales, ¿los corrales?
Rogelio, terminé dicendo: "La estructura chica y la estructura grande; ya que se debe intentar que corresponda la una con la otra. Pero entonces aparece un paisaje de día frío, pero si vivo en una Playa Albina con calor de 90 grados, ¿cómo puedo decir que hay un día frío?". Y es que acabo de escribir una carta, pero sin atenerme, con rigor, a lo escasísimo que me sucede. Y digo demasiados disparates.
Aclaración-. Jane Wheelwright, comunicó los sueños de una enferma de cáncer donde aparece el zigurat, y la psicoanalista jungiana Von Franz comenta: "Los zigurats sumerios significaban, tal como Jane Wheelwright interpretó este sueño, el centro del mundo, también el eje del mundo que une cielo y tierra. En el sueño una imagen del Sí Mismo".
La estatua de Barberán y Collar, ya lo he dicho, anda por este barrio albino donde vivo. Muchas veces al levantarme por la mañana, y salir hasta la acera para recoger el periódico, me gusta fingirme que KH, el asistente de Maitreya, señalado por Madame Blavatsky, me está mirando desde la acera de enfrente. Mis Lorenzos son reales. Son mis vecinos. Uno de ellos, Lorenzo Pérez, arregla aires acondiconados y tiene un camión carmelita. Pero lo importante es que me obsesiono con estos Lorenzos, hasta el punto de soñar que hay más, ¡qué digo!, que el barrio donde vivo está lleno de Lorenzos escondidos. ¿Y las estructuras? Esas estructuras las empato con las piezas alquímicas que dice Jung que aparecen en los sueños. A mí me obsesionan esas oníricas piezas alquímicas. Así que, entre otros disparates, mis días albinos se mueven con elementos como un día frío entre un calor de 90 grados, y ello con zigurats, Barberán y Collar, KM, y las alquímica piezas junguianas. Con eso, entre otros disparates que se me van presentando, es con lo que cuento para construir mi mitología. Nada más que con eso.



PARA SOLEIDA, UNA CARTA INCONCLUSA

Oyendo a Mozart, si es que estoy oyendo a Mozart, a la Luna evoco. Más exactamente, confundiendo a Osiris con Mozart, si es que estoy oyendo a Mozart, evoco las fases de la Luna.
Como que ... ¿me puedo alucinar? Una pastillita con la que corro el riesgo de una alucinación, según me ha dicho el doctor René, médico de cabecera.
"Soleida -en la carta le digo a Soleida Ríos-, no sé cómo voy a encontrarte en la calle donde vives; en un laberinto, no sé. Por la calle Oquendo, cerca de donde yo vivía, está -mirada- tu acogida con el mar de fondo; y esto, mientras también está el edificio de piedra de Rose Marie baby, edificio que conocí en los años en que estuve en New York, y lugar donde me hubiera gustado vivir".
Fue cuando le llevé una escoba a mi tía, Marardina. Coloqué la escoba junto a una pared (en esta Playa Albina - Osiris en el catafalco, desmembrado- llueve demasiado), pero no pasó un momento sin que me diera cuenta de que ya no podía estar en la casa de mi tía, en Jagüey Grande. Yo me había ido de Cuba, y mi tía había muerto en Cárdenas, después que, por haber perdido la razón, la metieron en un Asilo.
Y: "Con Mozart o sin Mozart, las fases de la Luna...", fueron las últimas palabras de la carta que pensé enviarle a Soleida. La carta que nunca terminé.

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La selección epistolar completa será publicada en el próximo

CODEX MOLECULAR de OMBLIGO 23

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