Wednesday, September 20, 2006


CON LAS CUERDAS DE ALEISTER

[Adelanto de un texto del próximo Codex Molecular]

OMBLIGO 23 - CODEX MOLECULAR

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CON LAS CUERDAS DE ALEISTER

por
El Albino Anancástico


[Fragmento]


1
Lo cierto es que yo sé muy poco de Aleister Crowley. Muy poco, o nada, sé de Aleister. Pero, eso sí, una vez supe que él decía: "Arrástrame con cuerdas que no existen", y desde entonces me he visto llevado por esas cuerdas inexistentes y, por lo tanto, invisibles. ¿Cómo?
El cómo, por supuesto, no lo sabría decir. Pero un relato ejemplificador, sí creo que lo sepa desplegar. Ahí va, entonces.
La aspiradora estaba haciendo un ruido de los mil demonios. ¡Qué ruido! Parecía que se iba acabar el mundo. Pero esto sólo fue por unos minutos, pues alguien le hizo ¡clic! a la aspiradora, y todo el ruido se cayó en el silencio.
Un silencio inquietante, aunque no sé por qué.
Y fue entonces, cuando la aspiradora terminó su labor, que comenzó el proceso.
¿Un proceso?
Primero, me sobrevino una duda. Una duda que tendría que ver con el plato en la habitación vacía (pero, si se trataba de una habitación vacía, ¿cómo en ella podía haber un plato?).
En la duda se formulaba lo siguiente: ¿habría, sobre el plato 3, o cuatro, velas encendidas?
Pero ¿se quiere una cosa más rara que esta manera en que se me planteaba una duda? No lo entendí. No pude entender lo que esta duda quería decir. Así que, por supuesto, no sabía qué hacer.
No sabía qué hacer y entonces, de pronto, me sentí amarrado con las cuerdas de Crowley.
¿Era un hexagrama? Parecía un hexagrama, pero no era precisamente eso, sino la inquietante advertencia de que, después de que había cesado el ruido de la aspiradora, entonces una grabadora se había quedado abierta en ese cuarto vacío donde, la duda, presuponía que había un plato con 3, o quizá con 4 velas.
Pero ¿qué podía ser esto? Pero, advierto que si bien no sabía lo que podía ser esto, sí no dejaba de sentirme amarrado, y cada vez más amarrado, por las cuerdas de Aleister.
¿Un hexagrama? Ya he dicho que no era un hexagrama.
Pero eso sí, lo cierto es que, bajo el silencio que había dejado la aspiradora al cesar en su función, las cuerdas inexistentes que me agarraban se identificaron, totalmente, con esa grabadora que estaba registrando (¿registrando qué?, ¿registrando qué voces?), en el cuarto vacío.
¿Se entiende ahora, con este ejemplo, cómo yo estoy relacionado con las cuerdas de Crowley?
¿Se entiende? Pues además (pero de esto ya hablaremos en otra ocasión), en ciertas momentos, cuando estas cuerdas inexistentes amarran demasiado fuerte, resulta que mi doble , o un fantasma que viene a ser yo mismo, es enviado a otro lugar.


2
La casa donde habría transcurrido la mayor parte de mi juventud. En la playa, y con una ventana, "indiscreta", desde la cual se podría ver todo lo que sucediera en la casa delantera.
En la casa delantera viviría Berenice, con sus padres.
Berenice era viuda, y por lo tanto libre. Pero Berenice sólo hacía lo que le permitían los padres, y ellos le habían prohibido que se volviera a casar.
¡Yo amaba a Berenice! Pero, dada la sumisión de Berenice a las órdenes de sus padres, yo nada podría hacer.
Una vez, sintiéndome bien amarrado a las cuerdas de Aleister, vi que se habían apagado las luces en la otra casa. Vi, entonces, dos sombras: los padres, difuntos, de Berenice, y cuyas voces, además, estaban siendo registrados en la grabadora que estaba en el cuarto vacío.
Por supuesto, creo innecesario decir que este lugar de que estoy hablando -la casa de mi juventud en la playa- era uno de los lugares a que fue enviado mi doble, o mi fantasma, cuando mis cuerdas inexistentes me apretaron bien.



3
Se ha dicho, y se ha repetido, que uno está hecho con la misma materia de los sueños. Eso, lo aseguro, se comprueba bien cuando uno queda amarrado con las cuerdas inexistentes.
Lo aseguro yo, repito, quien está bien amarrado. Lo aseguro yo, repito, quien es aquel que, desde que ha sido amarrado con las dichosas cuerdas, no deja de llamarse y de ser Belacqua, aquel personaje que el Dante hizo aparecer en el canto IV del Purgatorio, y a quien Samuel Beckett metió en lo que iba a ser su primera novela, Dream of Fair of Middling Women.
Yo soy Belacqua cuando me amarran con las cuerdas inexistentes, y yo soy casi siempre ese personaje, porque yo casi siempre soy arrastrado.
¡Belacqua, con sus perezosos movimientos!. Al verlo en un primer rellano, hecho un vago, y sin querer moverse, Dante le dijo: "Belacqua, ahora ya no me conduelo de tí".

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EL TEXTO COMPLETO SERÁ PUBLICADO EN

EL PRÓXIMO CODEX MOLECULAR

DE OMBLIGO 23

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2 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Y yo pensaba que era el único que podía leer a Crowley y a Beckett.
Hoy en día los magos ignoran que uno también puede leer a un autor que no se llame Regardie, Crowley o Papus; y que tal vez se llame Shakespeare o Alejandra Pizarnik. Este Ombligo 23 ¡que cambio! Al fin alguien que me pueda hablar de Crowley y de Beckett sin caer en la banquina.

11:18 PM  
Anonymous Anonymous said...

andy: entonces anotate para recibir el codex completo (allí arriba dice cómo), porque, que yo sepa, todos los textos que ahí salen tienen esa capacidad para conectar a magos como Levi o Fortune con filósofos como Bergson o Deleuze, con escritores como Alfred Jarry o Néstor Perlongher, con cineastas como Kenneth Anger o Derek Jarman o David Lynch... saludos!!

10:08 PM  

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